
Allí aprendimos que los libros no
solo sirven para leer, sino que también sirven para jugar. El tiempo se nos
pasó volando con adivinanzas monstruosas, poesías terroríficas, alfabeto
escondido, colmos, engañifas, adivinanzas de cuentos, ilusiones ópticas, enigmas,…
Tan bien nos lo pasamos que ni
siquiera nos dio tiempo a ver los libros ¡qué pena! Así que no nos queda otra
que volver a la biblioteca con nuestros padres.
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